21.7.09

Antonio Arroyo Silva

CONVERSACIÓN TRAS EL OTOÑO
(…)” Madre que canta y encanta, que entona la voz junto a la cuna, en la proximidad ante todo corporal, contacto de la piel en sus caricias, saboreo de pecho maternal. Lo primero, oír la voz, no saber qué significa, no ver nada, pero sentirse atraído por esa nada, misterio de la palabra tan pronto dicha como disuelta en el ámbito de la sombra, todavía difícilmente reconocible, del propio dormitorio un sueño en que caer.”(…) Jorge Rodríguez Padrón
Así, desde el nacimiento, desde el recuerdo y su raigambre en la palabra poética, nos introduce Jorge Rodríguez Padrón en la poesía de Osip Mandelstam. Las palabras, las verdaderas, las que respiran, duelen cuando nacen en el poema, cuando inauguran la respiración de quien las escribe.
Dicen que el dolor más profundo es el de nacer, pero al mismo tiempo el más íntimo porque une a la madre para siempre (en el dolor) y por ende a toda la humanidad. He aquí una parte en el dolor humano como declamaba Domingo Rivero. Compartir el dolor, desasirse para inaugurar el mundo de las sensaciones primeras…pero llevar el recuerdo enquistado en el subconsciente y renacerlo en el poema.
Dicen que Danielle Sotto, nuestra insigne estudiosa de la poesía de Pedro García Cabrera y del Movimiento Surrealista en Canarias, estaba en posición fetal cuando la encontraron muerta en su casa. Que “recordó” el momento de su nacimiento, el parto. Dicen que se tomó muy en serio el psicoanálisis, que las consecuencias de éste en el surrealismo y, concretamente, en su persona fueron el detonante de su destino trágico. Es muy cómodo y útil, luego, a partir de estos hechos, crear estereotipos para que los versos salgan de un molde preestablecido. Lo difícil es crear: no lidiar, quedarse en ese momento de la caricia cuando la palabra es apenas un roce de la lengua por el pecho materno, como dice Jorge entre otras cosas. Qué gran sabiduría la de esta persona, que ha renunciado a su palabra poética (dice) para dialogar con el viejo Osip en dos días de otoño. Conmigo también lo ha hecho. Cuántas veces me ha tirado de las orejas en sus cartas cuando mi camino se iba por los derroteros antes mencionados. Nunca me dijo:”esto es así o así.”Sólo: “el poeta eres tú: asúmelo o déjalo” Bastó con eso pero qué ternura aprecio en sus palabras. Él me enseñó a ponerme los zapatos de la Madre Tierra para ocupar mi territorio (mi habitación) y a defenderlo contra el enemigo más contumaz y encarnizado que soy yo mismo.
Quien no quiera oír el silencio detrás de sus palabras, que no lo oiga; pero que se quede ciego y sordo. Que no saboree ni huelle ni huela. Está en posición fetal, no como Danielle, sino como sí mismo.
Antonio Arroyo Silva,
Sardina, 24 de junio de 2009
Antonio Fernando Arroyo Silva nació en Santa Cruz de La Palma el 21 de septiembre de 1957, isla de La Palma, Canarias, España. En dicha ciudad hizo sus estudios de Primaria y Bachillerato. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna. Actualmente es profesor de Lengua y Literatura Castellanas en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Santa María de Guía desde hace más de veinte años.